Miedo al sufrimiento (ansiedad anticipatoria).

Nos pasamos gran parte del tiempo anticipándonos a situaciones que en muchas ocasiones no van a suceder. Las preocupaciones están dentro de nuestro cerebro, en muchas ocasiones, sólo el hecho de imaginar determinadas situaciones, ya nos hace sufrir, y por tanto, se genera un malestar innecesario ¿por qué nos preocupamos? Por el propio miedo al sufrimiento.

De cada 10 preocupaciones que nos generamos, sólo una se cumplirá, por tanto estar pensando en cosas que van a ocurrir no es nada saludable.

El miedo es una reacción adaptativa, pero al activarlo en situaciones en las que no se corre peligro,  deja de cumplir su función de adaptación.

Lo cierto, es que se sufre más, con las ideas e imágenes que nos formamos en la cabeza ya que se está realizando una evaluación catastrófica, que con las situaciones reales, es decir, si una de tus preocupaciones se cumple, seguramente tu reacción será más adaptativa en la realidad que cuando te imaginas algo puesto que en tu imaginación la respuesta es exagerada y el sentimiento suele ser de bloqueo, así como pensamientos catastróficos de  “si me pasa xxxx no sabré que hacer, no podré superarlo, me moriré…”, y en muchas ocasiones se tiende a reaccionar como si estuviese pasando de verdad, sufriendo, y llevando a la inactividad sin causa real.

Por miedo al sufrimiento, algunas personas generan una coraza que les lleva  a evitar situaciones, relaciones, etc., que les hace perder en parte su autenticidad y llevando sin darse cuenta a cuadros depresivos o ansiosos.

¿Por qué se tiene miedo?

Porque como antes se ha dicho, el miedo es adaptativo, entonces el cerebro da prioridad a los estímulos amenazantes antes que a otros procesos cognitivos para así asegurar la supervivencia, la cuestión es que el miedo en estos casos no es real o no está justificado, por ejemplo sería justificado que si te diagnostican una enfermedad grave, tengas miedo, pero si estás sano, no tiene sentido imaginarse que estás enfermo.

Afronta tu miedo a sufrir

No hay fórmulas mágicas, pero sí que se pueden gestionar tus emociones y estar en paz. Deja que entre tu miedo, ponte en lo peor e imagínate en la situación, probablemente surjan soluciones que no creías que tenías.

Presta atención a cosas positivas, aunque te vieras en una situación negativa, probablemente tuvieses algo por lo que alegrarte en tu día a día, cualquier detalle, y busca soluciones para las situaciones que te provocan miedo en lugar de quedarte en bloqueo.

¿Cuándo dejas de sufrir?

Cuando racionalizas tus pensamientos, aprendes y observas el sufrimiento, eliges el optimismo y la paz, en lugar del sufrimiento y el pesimismo.

Expresa tus sentimientos, hablar sobre lo que te da miedo, te hace afrontarlo, descárgate emocionalmente y cae en la cuenta de que hay otras situaciones que merecen tu atención más que tu miedo.