En algún momento, todos nos enfrentamos a situaciones que ponen a prueba todos nuestros mecanismos personales, y nos hacen tambalearnos física, mentalmente, o ambas. La diferencia en que una situación nos influya de esta forma, en gran parte, viene determinada en la actitud con la que en ese momento nos enfrentamos ante un problema.

Por una parte, las personas con rasgos optimistas, suelen crearse unas expectativas positivas, que les llevan a esforzarse para superar las dificultades. Aunque encuentren obstáculos a su paso, en lugar de bloquearse, siguen adelante, e intentan lograr sus objetivos. Autores como Scheier y Carver (1985), consideran que el optimismo es una característica que media entre los sucesos externos y las interpretaciones que la persona hace sobre estos. En definitiva, se podría decir, que el optimismo facilita la consecución de objetivos, y promueve el bienestar.

Por el otro lado, las personas con una actitud más pesimista, tienen unas expectativas de futuro más negativas, reducen su esfuerzo, y ante los obstáculos se suelen paralizar, e incluso abandonar sus objetivos. En algunas circunstancias, quedarse bloqueado o estancado en un obstáculo, puede llevar a que esa paralización se generalice a varios aspectos de nuestra vida, y como consecuencia entrar en una fase de depresión, a veces la persona no es consciente de la situación, por ello es recomendable que si conoces a alguien a quien el pesimismo se apodera de su persona y lo traslada a todos los aspectos de su vida, le animes a que busque apoyo psicológico para mejorar su estado de ánimo, su salud, y proporcionarle herramientas para enfrentarse a los pensamientos y creencia pesimistas que posee.

Esta es la actitud propia que cada persona puede tomar, también estar rodeado de un entorno optimista o pesimista, puede influir en nuestra actitud, existe lo que se denomina, el efecto contagio, es decir, sentirte más optimista si estás rodeado de gente agradable y alegre, o por el contrario, si estás rodeado de gente triste, con problemas, que sólo hacen críticas negativas, y que todo lo que aportan es negativo, te puedes sentir invadido por esos sentimientos. Depende de nosotros, si nos dejamos contagiar del optimismo, o nos dejamos arrastrar por el pesimismo, para nada aconsejable, sin embargo, en ocasiones no nos damos cuenta de tales circunstancias y las consecuencias que ello conlleva.

En conclusión, es más sano enfrentarse de forma positiva a las dificultades, que entrar en una espiral pesimista que difícilmente nos va aportar bienestar.

 

 

Referencias bibliográficas:

Scheier, M. y Carver, C. (1985). Optimism, coping and health: Assesment and implications of generalized outcome expentancies. Health Psychology, 4, 219-247.